Este año se desencadenó una crisis que, inicialmente, fue de hipotecas de alto riesgo, después se convirtió en una crisis de liquidez, siguió en crisis de solvencia de muchas empresas, principalmente financieras y terminó afectado a todas las ramas de la economía. La crisis llevó a fuertes intervenciones de los gobiernos y los bancos centrales de los países desarrollados.
Muchos inversores se preguntan qué hacer con sus inversiones en estos momentos de inestabilidad y fuerte volatilidad en los mercados. Algunos se plantean si deben vender directamente toda su cartera y esperar a mejores momentos para volver a invertirla.
Hay un grupo de analistas que sostiene que los valores de renta variable (como las acciones) están todavía en un terreno muy fangoso, en el que el riesgo de patinaje es elevado porque pueden aparecer nuevas sorpresas en los resultados de las empresas y malos datos macroeconómicos. Esto sin contar con las sorpresas que todavía puede deparar la crisis financiera.
Por otro lado, están los que ya ven los primeros síntomas de la llegada de la primavera. Opinan que con los planes de reactivación económica presentados por los distintos Estados y el multimillonario presupuesto para evitar que la crisis bancaria se agudice, se han colocado las primeras bases sólidas para caminar hacia una recuperación. El problema es que no existe la certeza de cuándo exactamente llegará el verano (la primavera puede ser larga).
Si se exceptúa al inversor más arriesgado, tomador de riesgos, sería lógico que en estos momentos la exposición a la renta variable fuera baja. El riesgo actual potencial que se corre en acciones no vale la pena para el inversor medio, tradicionalmente más conservador. La reducción del papel de la renta variable en el portafolio conduce naturalmente al aumento del peso de la renta fija (bonos), principalmente de los bonos soberanos de alta calidad, como los del Tesoro de los Estados Unidos. También hay bonos corporativos de alta calidad que aparecen con valoraciones atractivas. Quienes opten por este tipo de portafolio más conservador verán transitoriamente reducidos sus retornos, pero sería el precio a pagar por la seguridad.
Este tipo de inversores deberían evitar los bonos corporativos de alta rentabilidad (high yield). Algunos expertos prevén una venta masiva de este tipo de bonos debido a que no son atractivos para los inversores, que ven que les pagan poco (el diferencial está bajo) para el riesgo que están enfrentando.
Un inversor algo más arriesgado no debería descartar del todo la renta variable. Si la situación no se deteriora mucho más puede haber oportunidades. El mercado americano no parece caro en términos de valoración. A la hora de elegir en qué acciones invertir se debe analizar el sector de la economía. Uno de los sectores donde es más claro que el comportamiento relativo será mejor en tiempos de crisis es el de bienes y servicios no cíclicos. Y, dentro de éste, las compañías del negocio alimentario, bebidas, productos del hogar y tabaco. |